Verdecillo




        Construir es destruir. Digo esto porque desde hace al menos dos años, anidan sobre la viga cumbrera del "molino", una pareja de colirrojos tizones. El colirrojo, a quien antes de que Ana me sacara de mi error, confundía apasionadamente con el ruiseñor, leo que: "Guarda una gran fidelidad al lugar donde anida y la misma, u otra pareja, vuelve a él cada año invariablemente e incluso allí realizan dos crías, aunque no en el mismo nido."  [1]  Efectivamente han construido nidos, además de en dos lugares distintos sobre la mencionada viga principal, también en el alma de una viga de metal en el hueco de la escalera y en el interior de una caja eléctrica de distribución. Comenzaron cuando aún no teníamos puestas las ventanas; de manera que los veíamos entrar y salir por los huecos según les convenía; pero este año, que hemos colocado ya los cristales, pasan peor rato, intentando salir a través de lo que debe de resultarles un angustioso espejismo; de modo que en ocasiones he tenido que ayudarles, capturándoles aturdidos y agotados en algún rincón, o facilitarles el tránsito y la cría, dejándoles alguna ventana abierta. 

          Actualmente alimentan cuatro polluelos y ambos, el macho y la hembra, entran y salen con comodidad por un ventanuco en el techo. La hembra está más acostumbrada a mí, o eso creo, ya que me soportó con estoicismo durante el periodo de la incubación; pero ambos, e imagino que especialmente el macho, se violentan más ahora, que están alimentando a sus cuatro pollos y vuelven a revolotear desorientados por el interior de la casa, dejando caer en ocasiones el alimento que transportan en sus picos antes de recuperar el sentido de por donde es que se sale y se entra.

          Hasta anteayer, todo este ir y venir y "convivir" con la fauna lo consideraba yo con una cierta dosis de idealismo. Cierto es que ha habido en el camino "bajas" de mayor o menor importancia; empezando por la pequeña Calcetines, víctima de las inmensas ruedas del tractor, o de la falta de inteligencia de su operario; lagartos anónimos atrapados en el interior de los regles o entre el cemento, o aves diversas, a saber; un pico, un par de, no sé si herrerillos o carboneros o ambos (que siempre les confundo), una lavandera cascadeña y finalmente, recién anteayer, un verdecillo.

          Estaba yo fuera colocando piedra, cuando a mi lado, se situó un pequeño pájaro amarillo que agitaba vigorosamente las alas, suspendido en el aire como un colibrí; antes de que pudiese darme cuenta, probablemente espantado por un gesto mío, salió disparado hacia el interior de la casa estampándose contra el cristal con un fuerte golpe. Lo recogí del suelo inerte e intenté reanimarle sin saber muy bien como; con caricias, pequeños golpecitos y probando a extenderle las alas sin ningún resultado. Aún así, confiando en su recuperación, lo deje cerca, tumbado sobre la piedra que forma la base de una pequeña hornacina en la pared de la entrada, hasta que se quedó frío y rígido.

          Lo lamente de manera inversamente proporcional al pequeño tamaño del loco verdecillo, maldije su estupidez y más aún la mía; pero lo sentí más aún cuando momentos después, se presento la hembra buscándolo. Toda aquella idea de la convivencia en la naturaleza, se estampó contra el cristal al tiempo que lo hacía el verdecillo. No estoy allí más que avanzando el frente de la "civilización" en mi incoherente deseo de escapar de ella. Alarmando a mis "vecinos" y en definitiva dando el coñazo. 

  [1] http://www.pajaricos.es/mas/mascolirrojotizon.htm

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